30 images Created 22 Jul 2020
... y los turistas ya no estaban ahí. (Barcelona, COVID-19)
La explosiva masificación turística que venía sufriendo Barcelona en los últimos lustros –30 millones de turistas visitaron la ciudad en 2019– implosionó debido a la pandemia de la covid-19. El modelo económico suicida y precario basado en el ocio-consumo compulsivo en el que se sustenta el turismo de masas, también en Barcelona, zozobró en la primavera de 2020. Con el durísimo confinamiento de la población las calles quedaron vacías, los turistas se marcharon, el tráfico rodado disminuyó en un 90%, un silencio inaudito –anhelado por muchos vecinos– se apoderó de la ciudad. Poco a poco la pandemia fue remitiendo y los barceloneses volvieron a las calles, descubrimos que en el barrio Gótico vivían niños y que la explanada junto a la Catedral era una fantástica cancha de fútbol, que en la Plaza Reial se jugaba a básquet y que unos deliciosos títeres nos explicaban lo duro que era ser botones de hotel. En los aledaños del templo de la Sagrada Familia las personas mayores podían pasear con calma sin tener que esquivar palos de selfies, segways, rickshaws o a unos centenares de cruceristas; las tiendas de suvenires, los restaurantes de paella y sangría siguen cerrados y la mayoría de comercios de barrio están abiertos. Una Barcelona inédita, extraña, titubeante entre el miedo y la esperanza, pero aún reconocible, es como si viéramos a la primera unidad de una matrioshka sin el volumen que va adquiriendo con la superposición de las otras muñecas, más liviana, más habitable.